viernes, 1 de enero de 2010

Mujeres en acción.

“Descolonizarnos significa desterrar el pensamiento patriarcal y
construir una sociedad nueva”. Liliana Hendel

Elena nació en Bolivia hace 50 años. A los 3 años sabía leer y escribir. Dice que aprendió leyendo con su padre “El Manifiesto Comunista”. Habla de luchas, de amores y de entregas. Propone sumar las diferencias y alejarse del camino de las que creen que el periodismo se hace detrás de un escritorio.

“Mi padre era peruano, arequipeño, y estuvo totalmente en la clandestinidad en La Paz (Bolivia). Por eso es que no conozco la familia de mi papi. Pero tenía una señora que le lavaba la ropa, una mujer aimara guapísima. Mi papá era un mestizo, era muy intelectual, comunista a morir, era militante. Fue uno de los que fundó el Partido Comunista allá en mi país. Pero vivió muy poco. Me dejó a los nueve años de edad”.

-¿De qué murió?

-De una cosa tan simple, que me da rabia cuando me acuerdo. Lo operaron de la vesícula, y salió aparentemente todo bien. Tuvo una hemorragia interna y nadie se dio cuenta. Y ya pues. Soy la única hija de él. Y ahí, mi mamá que lo adoraba y lo amaba sufrió un shock y desapareció. Yo estaba sola en la casa, sin saber que hacer, a los nueve años. Lo único que me acordaba (la recomendación de mi papi), era que nunca dejase de estudiar.

-¿Tenías otros familiares?

-Nadie. Como mi madre era aimara, había migrado de una de las comunidades aimara. Vivía en el lago Titicaca, y de ahí migró hacia bastantes años ya, y hacía su vida trabajando, vendiendo, lavando ropa. Y nunca se había preocupado de hacerme conocer a la familia de ella. Así que desconocimiento por partida doble de quienes eran mis familiares. Con desesperación, lo único que hacía era ir a la escuela, cumplir con lo sagrado de ir a la escuela. Y bueno, una semana y más ¿Cuánto puedes aguantar sin comer?


-Mucho no debías entender lo que te estaba pasando.

-Exacto. Por eso digo: “Puta, nos puede pasar”. Entonces fui mirando y yendo a los mercados y recogiendo las sobras, algo para comer. De haber sido la niña de sus ojos de mi padre, yo habría estado estudiando en colegios particulares porque él se preocupaba muchísimo por mi educación. Mi madre fue ama de casa y teníamos a alguien que nos lave la ropa, que nos haga la vida un poco más fácil. Y entonces empecé a vivir en la calle, dormía debajo de unas tarimas.

Por eso es que yo he conocido lugares de cinco estrellas y he conocido la calle. Conozco el sufrimiento de muchas mujeres. Y como dijo el presidente Evo Morales: “He dormido bajo mil estrellas”.

Buscaba comida en las calles. Hasta que encontré una señora que me daba el almuerzo a las tres, cuatro de la tarde, cuando llegaba al mediodía de la escuela. Y yo le ayudaba a servir, era la mesera, lavaba los platos y tenía asegurada la comida del día.


-¿Mucho tiempo?

-Hasta que uno de mis tíos, hermanastro de mi madre, que era un pastor evangélico y que estaba justamente en la ciudad, me busca y me acoge. Él no estaba enterado de nada.
-No había comunicación...

-Mi tío, por ser pastor evangélico había perdido contacto con su gente. Y menos mal que después de dos años regresa a la ciudad donde yo estaba. Yo paso unos buenos años con él, y aprendí bastante de la Biblia, bastante de la espiritualidad y lo más importante era cuando llegaban las vacaciones y me llevaba a hacer sus campañas evangélicas al área rural. Y ahí empiezo a aprender el aimara. Había que ayudarle a mi tío a dar clases a jóvenes, a niñas, y aprendo a ser una maestra, una profesora. Era bien chiquita.

Hasta que finalmente aparece mi mamá, - esta es una historia que ella no quiere contar-, pero parece ser que perdió la razón. El golpe de haber perdido a su esposo fue fatal. Cuando se recuperó, me buscó y nos reencontramos. Eso fue a mis 17 años.

-¿Le guardas rencor?

-No. Esa es otra de las cosas que yo no sé si está bien o mal. Jamás pude sentir rencor u odio. Amo la vida. Estoy enamorada de la vida. Y ni en los momentos más duros, nunca me he quejado. Nunca. Porque es parte de la vida y sé que las cosas van a mejorar. Hablo poco de esto.

-Eras tan pequeña...

-Es más, ahora por ejemplo, tengo a mi madre bajo mi tutela. Y en ese trajín ella había tenido su pareja, tuvo otra hija. Y esta hija, que es mi hermanastra, está viviendo en la Argentina.

Lastimosamente, como yo necesitaba tanto cariño, -eso sí, es lo que me ha marcado-, me enamoré del primer patán que se cruzó por mi camino. Que me hizo la vida a cuadros. Violento, machista, obsesionado, celoso. Pero yo quería tener familia. Tanto había vivido sin familia. Y siempre pensaba que iba a cambiar. Tenía la ilusión que ese hombre iba a cambiar. Entonces me “sacaba la mugre”, me pegaba, me hacía todo, y yo lo único que hacía era esconder mi rostro. Porque, además, yo venía de una escuela donde siempre predicaban que “tú eres la mujer, tu eres la esposa, por lo tanto tienes que aguantar, tienes que tener paciencia”… y yo hacía eso. Era eso lo que me habían enseñado.

-¿Cuántos hijos tuvieron?

-Seis hijos, tres niñas. Por eso yo digo: “La violencia nunca decrece. Al contrario, incrementa cada vez más”. Es como una enfermedad. Si no la paraste, ya no la vas a parar. Hasta que casi me mata. Llegué al hospital.

Entonces empecé el proceso de decir: “Esta vez tiene que ser en serio. La dejada tiene que ser en serio”. ¿Pero cómo hacerlo en un país donde no se conocía la violencia intrafamiliar, en un país donde no había brigadas de protección ni nada de ese cuento que tenemos ahora?

-Y que nosotras construimos...

-Y claro, porque después de esa yo salí y a ver ¿quién me para? Me metí, y sigo siendo una activista.

-¿También para reparar el pasado?

-No, es para prevenir los futuros de tantas mujeres, que todavía existen como yo.

-¿Y cómo hiciste para separarte?

-Era difícil. Muy difícil.

-¿Trabajabas fuera de tu casa?

-Si, trabajaba. Uno de mis primeros trabajos luego de ayudar a lavar los platos y demás, fue entrar a la radio. Trabajé en la radio. Yo era la mascota de tanta gente. Lo que pasa es que como había aprendido desde tan pequeña a leer y escribir tenía una dicción fabulosa, y una gran facilidad de palabra. Y todo lo que me ha pasado, me ha hecho madurar tanto. Entonces, me desenvolvía excelente. Iba a mis clases y me volvía y pasaba toda la tarde en la radio y parte de la noche. Había noches que me pasaba toda la noche en la radio, y me envolvía en la alfombra y me dormía ahí. Vivía en la radio. Entonces cuando me conozco con este patán seguía trabajando en la radio. Tengo a mis hijos y, bueno …mi patán era alcohólico, ahora sé exactamente lo qué estaba pasando con él.

Entonces, como no había dinero, yo tenía que seguir trabajando.

Y una beca le cambió la vida

“Hubo una beca. Yo me apunto, aplico y gano una pequeña beca, y salgo a Venezuela.
Y en Venezuela me enamoro de un tipo. Para mí, hasta allí, lo que me estaba pasando era normal. Siempre había sufrido violencia y sufrimiento desde niña. Luego quien fuera el hombre de mi vida tenía poder sobre mí.

Este hombre es conmigo diferente. La manera de el de hablarme, de darme atenciones, me hace despertar. Como que te toca algo y te enciendes. Un click. ¡¡Y que amor!! Si siempre veías sombras grises, podía hacer colores de una vida gris y empiezas a sentir olores, a descubrir nuevamente a mi Dios. ¿Por qué yo tengo que sufrir tanto con este tipo si hay personas que tú puedes darte cuenta que valen? Fue genial. Este hombre fue un hito histórico en mi vida. A partir de ahí, nada más me paró.

Volví a Bolivia, me daban ganas de volver, aunque podría haber hecho mi vida con él en Venezuela, pero volví por mis hijos y a estudiar en la Universidad. Mi padre me había dicho que no deje de estudiar. Estudiaba en la clandestinidad para que mi marido no se entere. Pero entrando ya en segundo año de la universidad se dio cuenta. Tú no sabes las peripecias que hacía yo para estudiar con los pretextos, el trabajo y todo. No sabes. Hasta que me pescó. Encontró mis libros, los sacó todos al patio, les echó gasolina, los quemó y otra vez casi muero por los golpes que me dio. “Estas yendo a la universidad para encontrar otro macho. Olvídalo”, me dijo.

Empecé a salir de la casa. Pero realmente yo digo, hay tantas mujeres que quieren alejarse de los patanes, pero no es fácil. Hasta ahorita no hay ni siquiera refugios. No albergues temporales, necesitamos refugios porque hay un tipo que te quiere matar, peor todavía sabiendo que le has dejado. Necesitamos donde refugiarnos, necesitamos cambiar de identidad, necesitamos que nuestros hijos sigan estudiando en otro lado. Pero no hay nada de eso”.

-¿Te imaginabas viviendo con el venezolano?

-Ese es mi gran amor. Hasta ahorita me hace mucha ilusión saber que voy a volver a Venezuela y ando buscándolo. Quiero verlo y quiero agradecerle. Así, finalmente de estar en la clandestinidad, de escaparme con mis hijos, de hacer peripecias por acá y por allá, terminé divorciándome, un divorcio así, muy horrible. El vía crucis de encontrar justicia para las mujeres. Me encontraba a los ñatos de la policía y me decían: “Pero dentro de dos horas se le va a pasar la borrachera, vuelva”. Pero yo me se todas las cosas. Por eso yo se la violencia desde adentro.

-Y sabés que las mujeres siempre dicen la verdad.

-Así es. Finalmente, conseguí el divorcio y, ¿sabes cómo fue la cosa para que nunca más se acercara a nosotros? Nada de policías, porque se reía de los citatorios de todo eso. Nunca funciona. Uno de mis amigos grandote, grandote le pegó.

El camino al feminismo

-¿En qué momento de tu historia te reconoces feminista?

-Después de ese clickeo que me hace reaccionar. Vuelvo a la universidad con más fuerza, con todo ese condicionamiento político y heroico que mi padre me había dado. Pero además, convencida de que las mujeres teníamos que hacer algo, porque no era solo yo. Me encontraba en las comisarías con un montón de mujeres. A partir de ahí que me digo que no podía ser, y busco y encuentro literatura. Siempre me gustó leer. Para mí siempre fue importantísimo conocer y escuchar a Sonia Montaña (CEPAL).Hoy soy su amiga. A partir de ahí surgió un comportamiento político ideológico con bases a izquierdistas, pero empecé a decirme: “Yo soy feminista”.

-¿Hasta eso no habías militado políticamente?

-Militar, estar en listas no. Pero sí trabajé principalmente con el sector trotskista, con los más radicales. Qué radical que soy ¿no? Trotskista feminista. Fui una de las pequeñas que estuvo encarcelada. Casi nos matan. Yo creo que tendría que escribir mi vida.

Era militante, antes de conocer a este patán, en la época de la dictadura. No había ningún tipo de garantías, principalmente para personas que pensaran lo contrario. Entraban a tu casa a cualquier hora de la noche, te hacían desaparecer. Y yo siempre tenía relación con los universitarios, pese a que todavía estaba en la escuela Era la más chica e iba con ellos, y como además trabajaba en radio, todo confluía.

Resulta que yo que viví en él total desamparo, aprendo aimara, me meto a trabajar en radio y de pronto la dictadura, mis ideales me hacen liarme con gente universitaria y como sé manejar el idioma y tengo acceso a la radio, eso hace que empiece a hacer programas de radio en la madrugada, pero de contenido totalmente revolucionario. Por ejemplo para apoyar y armar la primera Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, para romper el pacto militar-campesino que había en ese entonces de apoyo a la dictadura.

Estamos hablando de varias instituciones y personas que logramos constituir la Confederación, que logra romper ese pacto campesino-militar. Ellos habían visto que el área rural era mi potencial. Y entonces promuevo que se pueda conformar la primera Federación de Mujeres Campesinas: Bartolina Sis.

Abrazo el feminismo, y después, a partir de ahí ya empecé la militancia y digo: “Me tuvo que suceder todo eso porque ahora ayudo a grupos de mujeres que han sufrido violencia. Bueno Diosito, tú tenías un plan para mí. Me forjaste a fuego y ahora es importante lo que hago”.

-¿La influencia de su tío te marcó para que siguieras en esa fe?

-Me marcó para que yo profundizase la espiritualidad de la cosmovisión aimara. Yo agradezco mucho, y siento que no estoy con un lado solo de mi hemisferio cerebral. Me muevo en el mundo urbano, con todas mis compañeras, con las organizaciones de mujeres. Pero me muevo totalmente en las comunidades indígenas, campesinas además con afro descendientes. Y no solamente del lado occidental. Ahora ya les he contado que he puesto una radio en pleno Amazonas, y estoy internándome cada vez mas profundo, más aún. Ahora me he dado cuenta que las comunidades del occidente son privilegiadas a comparación de estas comunidades que están en el Amazonas. Hay mucho trabajo que hacer en el medio ambiente, con el tema de la espiritualidad, todo tiene energía y hay que reconocer que hay más miseria y pobreza en los hombres y mujeres que creen estar desarrollados o civilizados, que en esas comunidades donde les faltan cosas materiales. Encuentras paz, encuentras alegrías, encuentras la verdadera vida.

-¿Cuál es tu participación?

-Hemos sabido capitalizar todas las reivindicaciones de los pueblos indígenas originarios. Como periodista siempre habíamos estado en contacto, siempre sacando la voz de cocaleros, mineros, etcétera. Esta labor es pasión. Siempre he estado trabajando desde una comunicación alternativa para construir una sociedad mucho más pluralista. Está la otra Bolivia olvidada, ignorada, marginada. Queremos que no exista más la violencia hacia lo indio. Que tampoco exista más la violencia por lo femenino, porque al final si te das cuenta, el movimiento indígena y el movimiento de mujeres tenemos muchas cosas en común.

En las comunidades las compañeras denuncian mucha violencia, mucho machismo.

-Es que nos hemos alejado de la vida ancestral

-En la vida ancestral la lógica es que todos somos parte de un todo. Y en tanto y cuanto hacemos daño a una parte de ese todo, estamos dañando todo. Las conquistas han empezado a desestructurar toda esta lógica de vida, y por lo tanto el machismo crece. Nuestra sociedad es patriarcal y no hay por donde escaparse. Hasta nosotras mismas que somos feministas, y que sabemos manejar el discurso tenemos algún grado de machismo, de patriarcado. El patriarcado está presente. Ahora estamos tratando de revertir esa situación. Descolonizarnos significa desterrar el pensamiento patriarcal y construir una sociedad nueva, y en ese sentido es interesante la propuesta que va manejando Evo. Pero somos críticas.

Personalmente yo pienso que es importante que esté Evo Morales, pero tenemos que profundizar todavía la propuesta. Y me preocupa todavía, porque yo creo que la sabiduría ancestral puede dar elementos para la construcción de una nueva sociedad más humanizada. Los hombres que lo rodean ahora tienen otras miradas, que finalmente, aunque el propósito sea más social, han perdido esa calidad de lo espiritual, de lo mágico. Entonces ahí si tengo mis preocupaciones, porque yo cada vez estoy más convencida de que sí podemos transformar, en tanto y cuanto nosotros y nosotras nos transformemos, y podamos tener la visión tanto de lo material como lo espiritual.
Porque si no es como que nos faltara algo. Entonces estamos a la observación, mirando qué pasa, pero también siendo activas. Estamos apoyando este momento, este precioso momento que no quisiéramos echarlo a perder. Porque se han presentado algunos procesos, algunos momentos que por ser muy exigentes los hemos echado por la borda y hemos retrocedido increíblemente.

-¿No te parece que dentro del movimiento de mujeres pasa también que la exigencia de perfección impide que avancemos con lo posible?

-Yo soy muy crítica con el movimiento feminista. Para empezar, no creo que haya un movimiento feminista. Lo que me da mucha pena es que siento que el feminismo, por lo menos en mi país, está estancado porque tiene como referencia a mujeres de clase media blancas, y estas compañeras han sido muy funcionales a los gobiernos de turno. Se han sabido acomodar muy bien, se han ido olvidando de la dimensión política del feminismo. Que dicen ser feministas pero que de pronto se han convertido en reductos.

Y hay que hacer que se acerquen a las realidades específicas, porque el feminismo no puede ser abstracto. Varias comunicadoras que estamos trabajando en red, trabajando en radios comunitarias, vemos que todo el trabajo que tenemos que hacer tiene que ser en base a alianzas, y sin claudicar en nuestros propios objetivos como feministas, y sin dejar de lado nuestras reivindicaciones. Tenemos que también abrazar las reivindicaciones políticas que son dictadas desde la clase social y desde otras culturas o etnias. Entonces, acá es lo que yo veo que falta. En tanto y cuanto las feministas, no son parte del pueblo; en tanto y en cuanto el discurso feminista no es parte de los discursos de las organizaciones sociales. Cada vez somos mas un movimiento que va a morir.

Entonces es ahí cuando veo aquellas personas que problematizan, teorizan

Todo lo que hemos visto acá en el tercer encuentro de Periodistas de Género, me parece tan ridículo (se refiere a algunas discusiones internas), y es producto precisamente de unas historias que no están comprometidas con los ideales y estrategias mucho más impactantes, mas importantes.

Yo digo con mucha humildad, que el patriarcado aún está presente dentro de las feministas… como uno entiende el patriarcado para juzgar, para dominar, para ser protagonista, para estar en el afiche, para hacer negocios, y no para poder decir “mire, yo soy esto, y pido esto”.

Pero entonces, yo creo que por eso tenemos que pensar en un nuevo feminismo, pero mucho más ligado con la espiritualidad. No podemos criticar la ideología patriarcal machista si todavía seguimos nosotras con nuestros cuentos y nuestros rollos. Entonces, es tanto el trabajo que nos falta. Y no podemos hablar de un feminismo apolítico, de un feminismo neutro, no. Un feminismo totalmente intricado al movimiento social, a las reivindicaciones sociales, en eso creo yo. El feminismo busca transformar esta sociedad y ¿dónde están esas bases que están buscando también la transformación?, son justamente el pueblo, las organizaciones sociales. Entonces ahí estamos.


“No concibo un periodismo de escritorio”


-¿Cómo es tu vida cotidiana?

-Mis hijas grandes son comunicadoras sociales, aunque yo le dije que no estudien comunicación. Hacen periodismo. Esa es una cosa que yo también quiero decir. Yo no concibo un periodismo de escritorio. Por favor. Yo también hago prensa, pero tengo que hacer prensa a partir del conocimiento de la realidad. O sea, nosotras nunca, nunca podemos dejar de hacer investigación, porque estamos haciendo un periodismo social, de análisis. No somos los meros reporteritos que agarramos la noticia y listo. No.

Nosotras por ejemplo -siempre hablo de mis compañeras-, somos las primeras que hemos hecho investigaciones por género y homicidio en área rural, las primeras que hemos hecho la investigación por la tenencia de la tierra, las primeras y las únicas que hemos hecho investigación sobre el manejo en los medios de comunicación, en la publicidad, las únicas que hacemos investigación sobre el manejo del lenguaje sexista para tener datos y empezar a elaborar el material periodístico, radial, televisivo.

Entonces, yo no estoy de acuerdo con un periodismo de escritorio. Eso significa que para la investigación tienes que meterte en lugares recónditos, dependiendo del tema que elijas. Ahora ya te estoy diciendo que me estoy metiendo en todas esta vaina del medio ambiente, que va a ser un aporte para el eco feminismo. Hay que denunciar. Tiene que salir de algún lado y es todo trabajo de investigación, periodismo de investigación. Entonces, estar trabajando en bastantes cosas me gusta mucho.

Lo que si me da pena es que ya tengo una hija de 30 años y otra hija de 28 y así sucesivamente, pero que no tienen pareja. Y pienso yo que debe ser por toda la vaina que vieron con mi vida, y siento que tienen inseguridades. Entonces trato de hablarles y decirles que no todos los hombres son malos, no todos son patanes. Y tratando de que hagan también su vida. Pero a lo mejor es su opción o decisión quedarse solas y ahí también se las respeto.

-Entonces te quedó un niño de 16 viviendo con vos.

-Que vive conmigo, lo mimo mucho. Y ando con mis compañeras feministas haciéndoles pasar calores. Porque, una vez llego a Madrid y me invitaron a unos conversatorios las veteranas. Y eso también te digo que me asusta, porque hay muy pocas jóvenes feministas. No estamos viendo esta cuestión política de crear tácticas y estrategias para que la juventud, varones y mujeres, se nos unan. Entonces, yo estaba con todas mis amigas y salí por las calles y dije a la guía “Bueno, ahora me tiene que hacer un gran favor”. Me preguntó cual, y le dije “me tienes que llevar donde es el Club del Real Madrid”. Me dijo “¿Qué? Como es posible, ¿para qué?” Y dije: “Lo siento, es que tengo un hijo que es fanático de Raúl, y tengo que conseguir la camisola con la firma de él”. Se querían morir.
Bueno, yo sigo cumpliendo el rol de mamá y me gusta mucho la casa.

-¿Te volviste a enamorar?

-Sí, me volví a enamorar y creo que algo bonito va a salir. Es un hombre muy distinto, por eso te digo que la vida me contenta. Esa canción que cantaba Mercedes Sosa ‘Gracias a la vida’, la digo yo plenamente. Es mi himno, y yo creo que lo que me faltaba me está llegando ahora intensamente. Me siento una chica chocha de la vida. Entonces estoy en un momento muy lindo de mi vida, tengo mucho que dar y también quiero recibir bastante.

-A pesar de todas estas situaciones, ¿crees que tiene sentido que haya una red internacional de periodistas de género?

-Es súper importante. Tú sabes muy bien que mientras más juntamos esfuerzos, más podemos avanzar. Las disidencias tienen que existir, lo importante es respetarnos. Mientras más diferentes somos más nos acercamos a la perfección. Lo importante es saber rescatar toda esa diferencia que tú tienes, y saber respetar y también entender que son procesos. Imagínate, está en nuestros huesos ese pensamiento patriarcal. Entonces, también tienes que entender y, con mucho amor, empezar a construir. Hay momentos, en que hay personas que en vez de construir están sin querer queriendo, como dice el Chapulín, lastimando.

Entonces hay que hablarlo claramente, decirlo. Porque acá no tenemos nada que ocultar. Primera cosa, es despojarlos, desnudarlos y decir que le apostamos a esto con plena convicción. Y yo me puedo equivocar, pero si me hacen notar mi equivocación, entiendo, razono y digo perdón. Y se entiende porque no somos perfectos ni perfectas. Y en tanto y cuanto tengamos nuestro horizonte común y estemos todas trabajando desde donde estemos, para llagar a ese horizonte común, con estas redes, alianzas, asociaciones o cualquier nombre que tengan.

Yo creo en las alianzas, por Dios que creo. Y por eso estoy aquí. Y me gusta hablar de alianzas y de alianzas políticas. Porque no es por amiguismo, no es por que bonito que estos periodistas estén juntos. No, acá tiene que estar la base de nuestra red, tiene que basarse en una alianza política. Y ahí también, si no entienden nuestras compañeras y que de pronto nos tratan de distorsionar el panorama, va a llegar un momento en que vamos a decir: “Bueno, lo sentimos. Las metí en este horizonte político, obviamente sobre los aspectos que nosotras estamos buscando y bueno lo entendiste, lo hablamos, etcétera, pero creo que ustedes van por otro camino”. La misma red tendrá sus formas y sus mecanismos de hacer que la gente que no entiende y es más bien como un lastre que no nos permite avanzar y bueno, lastimosamente habrá que dejarlas.

-¿Y ves la construcción de la red latinoamericana?

-¡Claro que si! Porque yo no soy de la del discurso, a mi me gustan más los hechos. Y ya hemos avanzado con UNIFEM, y hemos hablado con las compañeras del área andina y estoy tratando de ver cómo hacer porque voy en esa línea, además siempre fue como una metodología de trabajo para mí.. Entonces, yo estoy convencida de que sí, y esa idea me parece genial. Yo creo que deberíamos hacer unos encuentros más de nuestro continente para empezar a hablar de las alianzas de manera muy transparente, que seamos dadoras y receptoras. Porque si no hay esta honestidad, pues seguimos haciéndole el juego al patriarcado y yo no creo que esté bien. Aún en lo mejor, en un momento de crecimiento necesitamos un momento de sana sana, de ver como somos, de ver las debilidades, de ver que tenemos bastantes duendes y ayudarnos.

-¿Cómo te sentís?

-A los 50 años ya has madurado mucho. Ya te has dado cuenta de las cosas que tienes que hacer. Y es un momento en que empiezas a tratar de encontrar personas con las que puedas pasar la posta y tratar de dar un poco de tu experiencia. En eso estoy. Y estoy feliz

1 comentario:

Ana Silvia Monzón dijo...

Como podrìa tener más datos sobre Elena, nos interesa contactarnos con ella.

Ana SIlvia Monzon Voces de Mujeres, Guatemala